jueves, 3 de diciembre de 2009

El tesoro escondido en la piedra del minero


Mudo testigo de tres horribles asesinatos, este promontorio rocoso ha guardado escondido un valioso tesoro de monedas de oro que aún la tradición popular sueña encontrar. El tiempo ha transcurrido sin prisa y sin pausa. Los actores y testigos de esta tragedia no existen, la leyenda los mantiene vivos en el callado rumor de sus noches silenciosasEs necesario remontarse a 1859, cuando la República de Chile vivía una etapa muy inestable por problemas de carácter político. Gobernaba el país Manuel Montt, quien no lograba impedir el descontento de las provincias por su régimen autoritario y los intentos revolucionarios en Copiapó por el norte y las ciudades de Valparaíso, Talca y Concepción por el centro y sur, pretendían alzarse en armas contra el gobierno en un movimiento político que fue llamado después la Revolución Constituyente.
La junta revolucionaria del sur no alcanzó a advertir a tiempo la postergación del plan de alzamiento que las provincias habían preparado contra el Presidente de Chile. Pedro León Gallo, sin saberlo inicia solo, en Copiapó, su intento revolucionario; se toma los cuarteles, desconociendo la autoridad legalmente constituida, se autoproclama Intendente de la Provincia de Atacama; organiza y financia un ejército. Prepara sus tropas y avanza hacia el sur con la intención de apoderarse de la ciudad de La Serena, continuar a Santiago y por las armas derrocar al gobierno de Montt.
Pedro León Gallo es aclamado en Copiapó como un verdadero caudillo, lleva sus tropas en busca de La Serena. En una quebrada denominada Los Loros, vence a las tropas gobiernistas entrando triunfantemente a La Serena. Días después, el caudillo es derrotado por las fuerzas partidarias de Manuel Montt en la batalla de Cerro Grande.
La Revolución Constituyente fracasa, Pedro León Gallo debe huir y sus antiguos aliados al verlo derrotado le negaron su apoyo y no le prestaron ninguna ayuda.
Hace su entrada en escena la Leyenda del Tesoro Escondido en la Piedra del Minero cuando llegan las noticias a Chañaral de la derrota de los rebeldes copiapinos. Un español partidario de Pedro León Gallo, se siente perseguido por sus adversarios políticos y sabe que no tendrá protección, pues el caudillo se aleja del país después del fracaso sufrido. El español huye con sus dos hijas en cabalgaduras llevando en sus alforjas una gran cantidad de monedas de oro. Él quiso proteger su fortuna, pero no sabía que era vigilado por gente muy peligrosa.
Según el relato, dos maleantes que habían seguido los pasos del español, lo atacan en la Piedra del Minero. Asesinan sin piedad al padre y a sus dos hermosas hijas. Los maleantes se apoderan con avaricia de las alforjas con monedas de oro.
En el momento de huir, los criminales ven a lo lejos acercarse los guardias de la policía de aquella época. Proceden con rapidez a ocultar parte del botín. Se dice que este oro fue sepultado a una distancia de cinco codos de la Piedra del Minero, mirando hacia el oriente.
Allí cerca de esa Piedra del Minero se enterraron las monedas. Durante mucho tiempo se ha buscado afanosamente esta fortuna. En la tierra como cicatrices quedaron las huellas de las excavaciones.
Como era costumbre en ese tiempo se practicaban fórmulas mágicas y rituales que seguían los mineros religiosamente para encontrar un entierro. Para evitar la presencia del espíritu de las tinieblas, es decir del Diablo, Satanás o el Matoco. Para esto era necesario tener una estampa con la imagen de San Jerónimo. A esta protección divina se agregaba un mate sin pecar y una vela de bien morir.
”Correr el mate“ era una expresión muy antigua y fórmula infalible que utilizaban los soñadores en la búsqueda de derroteros y riquezas. El mate con la vela encendida se hacía correr en el terreno donde se supone estaba el tesoro. Este ritual se completaba con oraciones y conjuros para alejar al demonio.
La riqueza de monedas de oro de la Piedra del Minero tenía sus propias exigencias: “Debía buscarse en las madrugadas hasta antes de la salida del sol; las excavaciones tenían que hacerse un día viernes, siempre que la cumbre del Cerro Botín estuviese cubierta de neblina o camanchaca”.
Cuenta la tradición, que en los amaneceres de los días viernes, antes del canto del gallo, los habitantes del Barrio Bellavista en Chañaral escuchaban el llanto escalofriante de las infortunadas mujeres asesinadas, los gritos viriles del español defendiendo su vida y la de sus hijas, el ruido de las monedas de oro al caer, los insultos soeces de los asesinos y los resoplidos desesperados de las bestias. Siempre ha existido la creencia popular que las alforjas con monedas de oro aún no han sido halladas.
Fuente:
“Chañaral Legendario y Misterioso”Obra postuma de Gastón Serazzi Ahumada




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